domingo, 19 de enero de 2014

La filosofía política del liberalismo

Thomas Hobbes, John Locke y John Stuart Mill son considerados, a pesar de las sustanciales diferencias que existen entre sus teorizaciones políticas y filosóficas, los fundadores del moderno liberalismo, doctrina política del estado y teoría filosófica sobre los orígenes y fundamentos del Derecho.

Filosofia politica liberalismo
Reino Unido fue la cuna de la mayoría de los exponentes liberales.

Los liberales sostienen la existencia de derechos inalienables de todo individuo, derechos que el hombre adquiere por naturaleza, y que ni el estado ni otros órganos colectivos pueden limitar si no es por común acuerdo de todos los miembros. Entre estos derechos se encuentran la libertad de pensamiento y palabra, la representación política y, naturalmente, la propiedad privada.

Radicalmente democrático Mill, ferozmente pesimista Hobbes, y agudo pensador Locke, los tres convergen, sin embargo, en la necesidad de que se limiten a lo estrictamente necesario las intervenciones del estado en la esfera de la producción, del comercio y de los derechos absolutos de propiedad. Con este fin propugnan una férrea división de los poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- y las virtudes sociales y humanas de la libre competencia entre productores, sancionada y garantizada por la ley. A la teoría política del liberalismo se opondrán los representantes más radicales de la Ilustración, Jean-Jacques Rousseau, por ejemplo, pero sobre todo los pensadores materialistas, de Julian Offroy de La Mettrie a Karl Marx.

Es importante observar que casi todos los exponentes liberales fueron originarios del Reino Unido; esta pertenencia deja entrever en la prestigiosa tradición británica de prosperidad y democracia un elemento fundamental de aquella teorización, pero también en la política imperialista de Gran Bretaña y en el elevado precio que las clases menos favorecidas tuvieron que pagar a la revolución industrial y a la riqueza colectiva de la nación, se vislumbran apuntes para un crítica. Si efectivamente el liberalismo parece garantizar la mayor libertad posible al individuo particular, desde el punto de vista de sus derechos civiles y políticos conviene no olvidar que a menudo existen condiciones de hecho en que las libertades formales están en absoluto contraste con las libertades esenciales. Es éste el punto sobre el que se desarrollará la crítica de izquierda al liberalismo: ¿qué significa la libertad de disponer libremente de los propios bienes para alguien que no tiene nada?, ¿qué representa la igualdad entre el propietario de una gran fábrica y el jornalero que trabaja doce horas al día? En resumen, según los críticos del liberalismo antes de garantizar la defensa de los derechos es preciso que el mayor número posible de hombres -y más adelante todos- puedan gozar de aquellos derechos, o que el estado se comprometa a garantizar a cada individuo una cierta cantidad de riqueza material, educación y sanidad, independientemente de sus orígenes, del trabajo que desarrolle y de la clase social a la que pertenezca.

No olvidemos que la época del liberalismo y la del marxismo coinciden con las dos grandes revoluciones industriales que marcan una de las fases de mayor progreso de la humanidad, la posibilidad de liberarse (aunque sea parcialmente) de la escasez y la penuria material; pero coinciden también con la época de la explotación más brutal y las injusticias más crueles. El progreso vertiginoso de la ciencia, de la cultura y del arte es también un período de legislaciones feroces donde bajo el velo de la aparente tutela de los intereses de todos, en realidad se defendían sólo los intereses de los más fuertes.

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