No puede reducirse el pensamiento del siglo XIX en España al espíritu progresista e innovador de los krausistas. Vamos a ver en esta ocasión las figuras de Jaime Balmes, Juan Donoso Cortés y Marcelino Menéndez Pelayo.
- Jaime Balmes (1810 - 1848)
Jaime Balmes (1810 - 1848), sacerdote y profesor de matemáticas, intervino de forma muy destacada en las luchas político-religiosas de la España de su época. Balmes trató en todo momento de introducir una renovación en las doctrinas escolásticas, algo que siempre propugnó sin abandonar su espíritu conciliador.
Jaime Balmes creó y dirigió las revistas La Civilización (1841 - 1843) y La Sociedad (1843 - 1844). En 1845, un nuevo diario fundado por él le servirá como medio para exponer sus ideas en la mediación entre carlistas constitucionalistas. Además de sus intervenciones periodísticas, Balmes desarrolló una concepción filosófica propia.
El pensamiento de Jaime Balmes parte del tomismo, aunque lo adapta a las influencias de otros autores (Descartes, Locke, Condillac). Fruto de tales adaptaciones es la llamada filosofía catalana del "sentido común" que hizo de Balmes el creador de la primera gran epistemología moderna.
Entre sus obras más importantes destacan su Filosofía fundamental (1846) y El criterio (1845), texto que le dio mayor fama y en el que expone un conjunto de normas para hacer un buen uso de la razón. Este texto, similar a un "discurso del método", plantea la existencia de tres verdades fundamentales: la conciencia (donde se reconoce la influencia del cogito cartesiano), la evidencia (sujeta al principio de contradicción) y el "sentido común" (elemento que permitirá unir la idealidad con la realidad). Balmes definía este "sentido común" como una especie de "instinto intelectual" que nos hace estar de acuerdo con ciertas proposiciones que no se apoyan en la evidencia ni en la conciencia. Sin embargo, Balmes era consciente de la crítica kantiana y por ello afirmaba que hay "verdades de muchas clases porque hay realidades de muchas clases". Fue este "sentido común" el que llevó a Balmes a tratar de realizar la síntesis entre la tradición y el progreso, pero no por ello abandonó la tolerancia y la libertad.
- Juan Donoso Cortés (1809 - 1853)
Juan Donoso Cortés (1809 - 1853), quien en su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851) enfatizó en exceso de la fe y la revelación en detrimento de la razón. Donoso fue uno de los impulsores de la Constitución de 1845, pero la revolución de 1848 en Francia posibilitó un giro hacia el catolicismo en sus planteamientos histórico-políticos. Sus reflexiones, influidas por san Agustín, Bossuet y Vico, giran en torno a la filosofía de la historia y considera que ésta se resuelve entre el bien y el mal, entre la verdad y el error, triunfando de manera definitiva la primera gracias a la victoria de Cristo en la Tierra. Esta visión cristocéntrica defiende que la historia humana es la historia del cuerpo místico de Cristo. Para Donoso el dogma católico es el único verdadero y su depositaria es la Iglesia cuya infalibilidad no tolera el erro. Así, a "la acción invasora del socialismo" se contrapone la resistencia inferior hasta que se produce el triunfo de Cristo y se alcanza una armonía universal que resuelve todas las contradicciones.
- Marcelino Menéndez Pelayo (1856 - 1912)
A caballo entre los planteamientos vistos hasta el momento aparece una de las figuras que más han aportado a la filosofía española, Marcelino Menéndez Pelayo (1856 - 1912). A la pregunta sobre si existe o no una filosofía en España se contesta afirmativamente desde la aportación historiográfica de Menéndez Pelayo, visto por algunos como el "fundador" de la historia de la filosofía en España.
El pensador santanderino no se unió con los tradicionalistas y carlistas, pero tampoco defendió el krausismo o el liberalismo. Entre sus más valiosas aportaciones se encuentran la Historia de los heterodoxos españoles (1880 - 1882) y la Historia de las ideas estéticas en España (1882 - 1891), donde apuesta por una historia de las ideas en España frente a una historia de la filosofía española. Con todo, la deuda que el pensamiento español tiene con él resulta evidente en cada nueva investigación que se inicia sobre la filosofía de España, puesto que sus textos son una excelente fuente bibliográfica aunque sus interpretaciones a veces deben ser revisadas.